Así lo dictaminó hoy la Comisión de Turismo en un proyecto de resolución, que tiene como finalidad que los mismos ganen terreno frente a bodegas de otras regiones. El grupo de trabajo, que preside el legislador Francisco Serra, dio dictamen favorable a un proyecto de resolución por el cual se le solicita al Poder Ejecutivo que, a través del Ente Autárquico Tucumán Turismo, se realicen gestiones ante las autoridades de la Federación Económica de Tucumán (FET) y de la Unión de Hoteles, Confiterías, Bares, Cafés, Restaurantes y Afines de Tucumán para promocionar los vinos elaborados en bodegas tucumanas.
Finalizado el encuentro, Serra explicó que el objetivo de la iniciativa apunta a que los vinos tucumanos ganen terreno con respecto a bodegas de otras regiones. “Para ello, vamos a realizar una intensa campaña de difusión en ferias, congresos y eventos productivos que se realicen en la provincia, a la vez que vamos a invitar a que se incorporen etiquetas de vinos tucumanos en las cartas de confiterías, bares, cafés, restaurantes y afines”, dijo el exintendente de Monteros.
El legislador señaló que durante el encuentro también se aprobó la moción de presentar en el parlamento del Norte Grande, que se realizará en septiembre próximo en Misiones, un proyecto que apoye la declaración de las Yungas como Patrimonio Natural de la Humanidad.
En la reunión, también estuvieron presentes los legisladores Hugo Ledesma, Silvia Elías de Pérez, Carlos Funez y Carlos Verón Guerra.
La ruta del vino en Tucumán
En nuestro país, la vitivinicultura es -desde hace décadas- clave para la economía de distintas regiones, particularmente las relacionadas a las alturas precordilleranas. Desde Mendoza hasta Salta, el cultivo de la vid halló en estas zonas un terreno propicio por la composición de su suelo, la altitud, los ciclos de lluvias, entre otros factores.
Y si bien la mayor producción se concentra en las provincias de Cuyo -con Mendoza a la cabeza- y luego las del Noroeste -con Salta como emblema-, Tucumán también aporta una interesante propuesta vitivinícola que le permite ingresar al mapa nacional del vino con variedades únicas surgidas de su clima, la altura de sus valles y la destreza de su gente.
Históricamente, Tucumán recibió el aporte europeo de la mano de los religiosos de diferentes órdenes, que implantaron vides con el fin principal de abastecerse de vino para la liturgia religiosa.
La Ruta del Vino de Tucumán es un recorrido a la vera de la ruta nacional 40, en los Valles Calchaquíes. Son 100 kilómetros en los que se suceden 19 bodegas, 11 de las cuales abren sus puertas para mostrar el secreto de la elaboración del vino de altura, típico de la zona.
El cultivo de la vid se realiza aquí desde los 1.700 hasta los casi 3.000 metros sobre el nivel del mar, en un clima muy seco, frío en invierno y caluroso en verano, mucho sol durante todo el año y con una gran amplitud térmica, típica de las zonas áridas de montaña, en un suelo arenoso y pedregoso, alcalino pero no salino.
A su vez, los vientos suaves y constantes aseguran la buena salud de las uvas y permiten el cultivo de una interesante diversidad de cepas, entre las que predominan malbec y torrontés.
Por todo ello, la uva se desarrolla con un sabor único y una identidad propia, y da origen a vinos fuertes, con gran estructura de aroma y color. Numerosas etiquetas de la zona recibieron premios a nivel nacional e internacional, tanto en categorías artesanales como industriales.