La pareja argentina que vive en un pueblo italiano de 400 habitantes, donde casi todos son jubilados: “Somos los únicos jóvenes”

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Alejo Petoletti tiene 24 años, nació en Córdoba, pero no es un chico de ciudad. Se crio en Oncativo, un pueblo de 15.000 habitantes ubicado en el departamento de Río Segundo, y luego se mudó Laguna Larga, otro más pequeño aún con menos densidad poblacional.

Acostumbrado a un estilo de vida más pausado y tranquilo, donde todo se hace caminando, y el sentido de la pertenencia conduce a tener mayor participación en actividades sociales, jamás se imaginó que la cotidianidad en un pueblo de Italia sería tan distinto.

“Esto no es como los pueblos de Argentina”, contó Alejo a Infobae, sorprendido por el contraste que observa con Sale delle Langhe, una comuna italiana de la provincia de Cuneo, región de Piamonte, con apenas 400 habitantes.

La pareja de cordobeses vive en Sale delle Langhe, una comuna italiana de la provincia de Cuneo, región de Piamonte

A pesar de tener experiencia en localidades pequeñas, el joven cordobés reconoce que nunca vivió en un lugar tan quieto. “No hay veredas, no hay cafés, no hay movimiento en la calle. Es como si no viviera nadie”, admitió Alejo al describir el lugar que eligió para mudarse con su novia, también cordobesa de 24 años.

Sale delle Langhe está construido en línea recta, a lo largo de una ruta de 700 metros, sin calles laterales. Las casas están agrupadas en tres edificios de cuatro pisos, donde vive la mayoría de sus habitantes, ellos incluidos.

La infraestructura es mínima: hay una proveeduría, una pequeña iglesia, una pista de BMX y un bar que abre solo los domingos. “Para comprar lo básico tenemos que caminar 5 kilómetros hasta otro pueblo cercano llamado Ceva”, ejemplificó.

El pueblo de Sale delle Langhe tiene aproximadamente seis manzanas. Está construido de forma lineal a lo largo de una ruta de 700 metros, sin calles laterales ni cuadras como las de una ciudad

Alejo llegó a ese pueblo del Piamonte italiano el 15 de abril, acompañado por Josefina y un amigo, tras desembarcar de un crucero que partió de Buenos Aires y recorrió siete destinos. Habían zarpado el 29 de marzo y a lo largo de 21 días hicieron paradas en Brasil, Portugal, Marruecos, Francia y España.

El viaje finalizó en la ciudad de Savona, en el norte de Italia. El plan original era residir en Sale delle Langhe, donde el costo de vida es mucho más económico, mientras gestionaban la ciudadanía italiana. Pero un reciente cambio en la legislación frenó todos los trámites. Alejo buscaba hacerla a través de su tatarabuelo, por lo que deberá esperar hasta después del 28 de mayo, cuando el gobierno italiano brinde más detalles.

“Ojalá que anuncien algún requisito legal que me permita avanzar”, se esperanzó. Aún así, decidieron mantenerse en ese pueblo como base para explorar Europa y producir contenido para redes sociales, la principal fuente de ingresos de Alejo.

Los cordobeses, de 24 años, llegaron al pueblo italiano el 15 de abril

Mientras tanto, la pareja planifica un recorrido por otras ciudades europeas. Tienen pasajes para viajar a Barcelona, Madrid, Roma y Nápoles. “Vimos vuelos por 11 euros, así que aprovechamos. Vamos adonde cueste más barato”, contó. La estrategia es comprar boletos de último minuto según las ofertas que encuentren en trenes o aerolíneas low-cost.

El tren pasa cada dos horas y cuesta 2,50 euros. En media hora llegás a una estación más grande y desde ahí podés ir a cualquier lado. A Turín, por ejemplo, llegás en 50 minutos”, afirmó sobre uno de los últimos viajes que hicieron.

Al comparar cómo era su vida en Córdoba, Alejo marcó diferencias contundentes: “Allá hay más vida: ves gente caminando, podés ir a tomar un helado, hay plazas con chicos, comercios abiertos. Acá no hay nada de eso”.

Josefina es arquitecta y actualmente busca empleo remoto. Alejo estudia marketing de forma virtual y produce contenido para redes sociales

Aunque están a 40 km de los Alpes y 70 km del mar de Liguria, las distancias no se recorren fácilmente. “Es una zona muy montañosa, con subidas y bajas pronunciadas. Si no tenés auto, estás bastante complicado para moverte”, admitió.

El clima es otra de las dificultades que deben enfrentar a diario. Como el pueblo está situado en una zona montañosa del Piamonte, el clima es frío, incluso en primavera. “Cuando nieva en los Alpes, acá se congela todo. En primavera estamos teniendo entre 8°C y 9° C”, explicó Alejo, por lo que tuvieron que salir a comprar ropa más abrigada.

La vida cotidiana en Sale delle Langhe es introspectiva. Alejo y Josefina se levantan alrededor de las nueve de la mañana, preparan el desayuno y dedican el día a trabajar desde sus computadoras. Ella es arquitecta y mientras busca empleo remoto, él estudia marketing de forma virtual y produce contenido para redes sociales. “Planifico videos, analizo campañas, edito lo que grabamos y respondo a marcas. Todo desde casa”, señaló.

Por la tarde, intentan salir a caminar por el pueblo o alrededores para despejarse. Las salidas más dinámicas ocurren cuando van al supermercado, lo que se convierte en una verdadera expedición. “Si no conseguimos pan, compramos harina y hacemos tortillas o tapas de empanadas caseras. Acá hay que arreglárselas con lo que uno tiene”, dijo.

La iglesia del pueblo

La falta de interacción con vecinos también marcó su adaptación. “No vemos a nadie en la calle. Todos están en sus casas o se mueven en auto. La mayoría de los habitantes de Sale delle Langhe son jubilados. Los únicos jóvenes somos nosotros, ya que la gente de nuestra edad abandona el pueblo para ir a estudiar a la ciudad y ya no vuelve”, comentó.

Aunque están prácticamente solos en su franja etaria, se encontraron con una particular comunidad de extranjeros. “Acá vinieron varios brasileros que, al igual que nosotros, se instalaron mientras hacen la ciudadanía. Es un pueblo tan chico, que los nuevos visitantes siempre llaman la atención”, aseguró.

A pesar del aislamiento social y los obstáculos para conseguir los productos básicos, Alejo se muestra optimista. Desde la tranquilidad extrema de un rincón desconocido documenta cada experiencia para miles de seguidores, convirtiendo su vida cotidiana en contenido para Instagram y Tik Tok.

“Nos adaptamos a lo que vaya surgiendo. Todo esto lo hacemos también para conocer, para aprender, para vivir algo distinto”, resumió sobre la aventura que recién empieza.