Los leones pueden cruzar el océano. Más de 7700 kilómetros separan a Senegal de la República Argentina. En el medio, el interminable Atlántico. Son culturas, creencias y estilos de vida diferentes. Sin embargo, un hombre fue capaz de tomar diferentes aspectos de estos pueblos y usarlos en su favor para el deporte.
A los 24 años, Touba Niang vive una curiosa dualidad en Argentina: es boxeador profesional y vendedor ambulante. En la peatonal de Quilmes, provincia de Buenos Aires, su rostro ya es reconocido no solo por los transeúntes, sino por sus seguidores, quienes lo han visto triunfar arriba del ring en cada una de sus cinco peleas profesionales, tres de ellas victoriosas antes del límite. Para él, el camino hacia el éxito en el boxeo está claro: paciencia, disciplina y trabajo constante.
Desde Senegal, más precisamente desde Watef, en la región de Louga, Niang llegó al país para construir un futuro distinto y se ha arraigado tanto que asegura sentirse completamente argentino. Es musulmán, hincha de Boca Juniors y domina el español, puesto que lo aprendió en sus primeros años viviendo acá.
Con una sonrisa que desborda carisma, dice disfrutar del reconocimiento de quienes lo ven ahora no solo como el vendedor ambulante de siempre, sino como un boxeador en ascenso, con fama de entregar batallas emocionantes.
Conocido como ‘La Bamba’ Niang, combina jornadas de entrenamiento en el Sindicato de Comercio con sus labores diarias en la calle y no oculta que el boxeo le ha dado una razón para soñar, pero reconoce los desafíos.
En su última pelea, dio cuenta de lo que es su espíritu. La noche del 24 de mayo, bajo las luces del estadio de la Federación Argentina de Box, Niang conquistó el triunfo ante Axel Córdoba tras sobrevivir a una caída en el segundo asalto. La escena encapsuló la esencia de su boxeo: una entrega total al combate, guiado por un ímpetu que lo lleva a buscar el choque sin medir siempre el peligro.
Ese derribo frente a Córdoba sirvió como recordatorio de los riesgos que trae ese espíritu indomable, capaz de abrir grietas en la defensa y dejarlo expuesto al filo de cada contragolpe. A pesar de la victoria, el desafío para Niang parece estar ahora en encontrar el equilibrio entre el arrojo y la cautela sobre el cuadrilátero.
En la previa de ese enfrentamiento, sus amigos le pusieron color a su entrada. Con instrumentos típicos de su país hicieron que el recinto ubicado en Castro Barros 75, Ciudad de Buenos Aires, sea un pequeño enclave de Senegal en Argentina.
Con gran movilidad en el cuadrilátero y unas piernas incansables, Touba le cuenta a Infobae que no considera que esas sean sus mejores facultades boxísticas: “Dentro del ring, mi mayor virtud es mi golpe favorito, el uppercut”.
La llegada a Argentina:
La travesía comenzó en su natal Senegal, a los 15 años. Desde allí, viajó a España utilizando una combinación de colectivo y barco. Pero este sería solo el inicio de una odisea marcada por la búsqueda de nuevas oportunidades.
Luego tomó un vuelo hacia Ecuador, y desde tierras sudamericanas inició un exhaustivo traslado por tierra, atravesando fronteras en autobús. Este trayecto lo llevó por países como Bolivia y Brasil, en los cuales, con cada nuevo cruce, enfrentó no solo kilómetros de distancia, sino también la exigencia de pagar permisos para continuar avanzando.
En este viaje, no solo enfrentó dificultades económicas y barreras culturales, sino que también tuvo que dejar atrás a su madre, Mbene, y a su padre, Cheikh Niang, a quienes extraña profundamente. Sin embargo, encontró apoyo en su hermano Abdou, quien ya vivía en Argentina desde hace tiempo y lo ayudó a adaptarse a su nueva vida. Su vida en el boxeo comenzó en el 2021 y es profesional hace un año.
Por ahora, su enfoque está puesto en seguir perfeccionándose. Entrena en varios turnos, sacando el máximo de cada día, convencido de que es el único camino hacia el éxito. Y mientras lo logra, entre rondas de boxeo y días soleados en la peatonal de Quilmes, cautiva a quienes lo rodean con el contraste de su historia y la promesa de un futuro brillante. “Sigo vendiendo. Ropa, zapatillas… También sigo entrenando, hago las dos cosas al mismo tiempo”, cuenta.
A la hora de entablar conversaciones, Touba se muestra amable y lejos queda esa figura imponente dentro del cuadrilátero. Sus redes sociales a menudo se llenan de mensajes de apoyo de gente que lo quiere y él a todos les responde y los llama “amigo”.
En Senegal, los leones ocupan un lugar especial que va más allá de su mera presencia en el ecosistema. Este majestuoso felino es un símbolo profundamente arraigado en la identidad nacional, representado tanto en el himno como en el sello oficial del estado, destacando su relevancia cultural e histórica. Touba encarna esa esencia y sueña en grande. “Quiero ser campeón mundial”, finaliza con una sonrisa en su rostro.