
La Fiscalía de Fuero Múltiple N° 1 de Río Cuarto solicitó la elevación a juicio de la causa por el filicidio de Aarón Benjamín Alaniz, el adolescente de 14 años que fue asesinado a puñaladas por su madre en la vivienda que compartían en el Barrio Obrero. El giro en la causa se dio, luego de que se confirmara que la acusada tenía plena capacidad para comprender y dirigir su conducta al momento del crimen.
Luego de que se planteara la hipótesis de que la mujer hubiera sufrido un brote psicótico, el Ministerio Público Fiscal (MPF) decidió mantener la acusación de homicidio calificado por el vínculo. Entre los argumentos, detallaron que los estudios psiquiátricos realizados a la madre, identificada como M. E. J., de 47 años, que establecieron su responsabilidad penal.
El día del crimen, la mujer había manifestado a los policías que es paciente psiquiátrica y que padece esquizofrenia. Además, les indicó que había ingerido dos medicamentos previo al hecho. No obstante, los peritajes determinaron que, pese a su diagnóstico, comprendía la gravedad de sus actos.
De acuerdo con la información publicada por El Doce.tv, el reciente informe del equipo de salud mental determinó que el diagnóstico de distimia, un tipo de trastorno depresivo crónico, y los tratamientos farmacológicos y terapéuticos recibidos por la acusada, no le impedían comprender los hechos que se le atribuyen ni dirigir sus acciones.

Por este motivo, la mujer sería considera punible ante la ley. A raíz de esto, el fiscal Pablo Jávega analizaría presentar una solicitud de prisión preventiva. Este paso procesal podría consolidar la acusación por homicidio calificado por el vínculo y dar inicio a una nueva etapa en el expediente.
Así ocurrió el brutal filicidio en Río Cuarto
La noche del seis de agosto de 2025, la tragedia se desencadenó en la vivienda de la calle Aníbal Ponce al 1.100. De acuerdo con la reconstrucción de los investigadores, fue la propia mujer quien relató lo sucedido a su pareja, padre del adolescente, quien acudió de inmediato al domicilio tras recibir el aviso.
Al llegar, el hombre de 45 años se encontró con una escena devastadora: el cuerpo de su hijo yacía junto a la cama, en medio de un charco de sangre. Junto al cuerpo se halló un cuchillo de cocina, presuntamente utilizado en el ataque.
El padre, en estado de conmoción, realizó un llamado urgente a la Policía, lo que permitió la rápida intervención de un servicio de emergencias. Los profesionales constataron la muerte del joven, estudiante del IPEM 330 “Edgardo Roberto Prámparo”.

Por su parte, la madre presentaba cortes en la pierna izquierda y fue asistida en el lugar. Según su testimonio, no recordaba los hechos ocurridos y que, presuntamente al recobrar la lucidez, encontró a su hijo tendido en el suelo, cubierto de sangre.
Después de que se conocieran los resultados de la autopsia, se confirmó que el adolescente murió como consecuencia de las 12 puñaladas que recibió en la zona de la nariz, el mentón y el cuello. A pesar de la brutalidad de la agresión, los peritos indicaron que no presentaba lesiones defensivas.
La acusada fue hallada sentada en una reposera junto a la cama donde se encontraba el adolescente. La investigación planteó que fue ella quien, en un presunto estado de shock, notificó a su pareja después de haber concretado el crimen. Asimismo, esa noche, la mujer fue internada en el área de salud mental del Hospital San Antonio de Padua.
“Hubo alguna falla en el tratamiento o le faltó la medicación, porque el hijo se quedaba con ella para cuidarla por su patología”, explicaron fuentes del caso durante el comienzo de la investigación. Incluso, algunos vecinos habían asegurado que la acusada había consumido medicación psiquiátrica, lo que había reforzado la teoría.










