Disputaba su segunda carrera en Fórmula 1 y se mató delante de su madre: la tragedia de Riccardo Paletti en Canadá

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Riccardo Paletti irradiaba felicidad. Con sus gafas e impronta de universitario más que de piloto de Fórmula 1, era el más feliz de todos ellos en la previa al Gran Premio de Canadá. Iba a largar su segunda carrera en la Máxima. Ese fue su mejor regalo de cumpleaños número 24, que pensaba celebrarlo 48 horas más tarde con su madre Gianna, quien había viajado desde Italia para verlo en el Circuito Gilles Villeneuve, que estrenó esa denominación en aquella edición en homenaje al ídolo local fallecido el mes anterior. Sin embargo, ese marco de alegría en ese domingo 13 de junio de 1982, se convirtió en tragedia.

El joven piloto, nacido en Milán el 15 de junio de 1958, provenía de una familia acomodada. Su padre, Arietto Paletti, desde 1950 se desempeñó como empresario inmobiliario y también como representante de una conocida marca de audio en Italia. Desde temprana edad, Riccardo mostró interés por los deportes, destacándose en disciplinas como el esquí y el karate, donde llegó a formar parte del equipo olímpico italiano. No obstante, su pasión por el automovilismo surgió tras presenciar el Gran Premio de Países Bajos en 1974, donde vio a su ídolo, Niki Lauda, ganar con la Ferrari. Este evento marcó el inicio de su sueño de convertirse en piloto de carreras. Aunque también lo atrajo el glamour de la Máxima: “Me gustan el dinero y las mujeres, estoy convencido de que con la F1 podemos deshacernos de estos caprichos”, dijo en testimonios consignados por el portal italiano Motorionline.

A pesar de los desafíos, Paletti demostró una dedicación excepcional. A los 18 años comenzó la Fórmula Súper Ford en la que logró varios podios. A esa altura se había mudado a la casa de su madre, Gianna. Logró dos quintos puestos en la Fórmula 3 y a mediados de 1980 ascendió a la Fórmula 2. Según Mike Earle, su antiguo jefe de equipo Onyx en Fórmula 2 y que a fines de los años ochenta llegó a la F1, el joven italiano se destacó por su profesionalismo y compromiso. “Cuando me lo presentaron, me pareció el típico chico de familia rica italiana que quiere correr autos y tal vez no tenga el talento para hacerlo”, reconoció Earle sobre Paletti. “Pero rápidamente me di cuenta de que era alguien especial. Le dije que tenía que mejorar su inglés y en apenas tres meses pasó de hablarlo horrible a hacerlo perfecto. Puso una dedicación en su preparación técnica y física que no había visto nunca antes en ningún piloto. Sentí con mucho dolor su fallecimiento”, destacó sobre Riccardo, quien era acompañado de un médico que supervisaba su dieta y estado de salud.

Acelerando el March 812 en 1981 en el circuito callejero de Pau, en Francia (Archivo CORSA)

Más tarde Paletti llegó a la F1 en 1982 como parte del equipo Osella, respaldado por el patrocinio de la conocida marca de audio que representaba su padre. “Mi objetivo es clasificarme en el mayor número de carreras”, dijo a comienzos de la temporada, sabiendo de las limitaciones técnicas del equipo que dificultaron su adaptación a la Máxima. Su Osella FA1 C no era un coche competitivo y fue una evolución del que hasta inicios de 1981 condujo el argentino Miguel Ángel Guerra.

La temporada de 1982 estuvo marcada por una intensa “guerra de neumáticos” entre los principales fabricantes, como Michelin y Goodyear, que priorizaban a los equipos más competitivos. Esto dejó a escuderías más modestas, como Osella, en desventaja, obligándolas a recurrir a marcas como Pirelli y Avon, que también favorecían a ciertos pilotos.

En su debut en el Gran Premio de Sudáfrica se adhirió a la única huelga de pilotos en la historia de la F1. No logró clasificarse para la carrera y en las siguientes pruebas enfrentó problemas similares. Su primera carrera fue en el Gran Premio de San Marino, en una competencia compuesta por 14 autos debido a un conflicto entre la Federación Internacional de Automovilismo Deportivo (FISA) que estaba bajo el ala de la Federación Internacional del Automóvil (FIA) y la FOCA (Asociación de Constructores de Gran Premio), que es el ente conformado por los equipos y en ese momento estaba a cargo de Bernie Ecclestone. En Imola, Paletti largó 13°, aunque un fallo mecánico lo obligó a abandonar tras solo siete vueltas. En Detroit se clasificó entre los 24 habilitados para poder correr, pero no pudo formar parte de la competencia por un choque en el Warm-up, ensayo que se hacía el domingo antes de la carrera.

En una asamblea de la única huelga de pilotos de la F1: Paletti aparece junto a Didier Pironi (buzo antiflama rojo y publicidad de Candy). Ese fin de semana los corredores lograron prevalecer sus derechos (Archivo CORSA)

En este contexto, Paletti enfrentó dificultades adicionales para clasificar en las carreras, ya que los neumáticos de mejor rendimiento solían asignarse a su compañero de equipo, Jean-Pierre Jarier. En Canadá, sin embargo, Paletti tuvo acceso a un juego de neumáticos de alta calidad, lo que le permitió clasificarse para poder largar. Fue la octava ocasión en la que Paletti pisaba los boxes como piloto de F1 y en Canadá buscó cruzar la meta por primera vez. Sin embargo, apenas pudo hacer unos metros y su anhelo tuvo un dramático desenlace. Todo ante los ojos de su madre que viajó para verlo y compartir juntos un viaje en Nueva York por su cumpleaños, según contó el sitio español Motor.

Una serie de circunstancias desafortunadas terminaron con su vida. Las luces del semáforo tardaron más de lo habitual en cambiar, lo que contribuyó al fallo mecánico en la Ferrari de Didier Pironi, quien había hecho la pole positions, pero su monoposto rojo se quedó parado en su cajón de largada. Aunque Pironi levantó las manos para advertir a los demás pilotos, el semáforo ya había cambiado a verde, y los coches comenzaron a avanzar. Mientras la mayoría logró esquivar el vehículo inmóvil, Paletti, que arrancó 12 filas detrás de Pironi, seguía de cerca al brasileño Raul Boesel (March), no tuvo tiempo de reaccionar y chocó contra la parte trasera de la Ferrari. La situación se agravó cuando el Osella de Paletti comenzó a incendiarse debido al combustible derramado tras el choque. El impacto fue devastador, causando graves lesiones en el pecho del piloto italiano. Pironi se bajó de su auto y quiso asistir a su colega, pero nada pudo hacer en medio de las llamas. Se sumó Sid Watkins, médico de la F1, quien se dio cuenta que Riccardo estaba inconsciente. Aunque el equipo de rescate apagó las llamas en 20 segundos, la extracción del piloto del monoplaza tomó 25 minutos, un tiempo crítico que complicó aún más las posibilidades de salvar su vida. Las piernas del italiano quedaron destrozadas. La violencia del choque había provocado múltiples hemorragias internas.

El Doctor Jacques Bouchard, médico de pista del Circuito Gilles Villeneuve, declaró que Paletti falleció “probablemente a los pocos minutos del accidente”. El médico agregó que “los exámenes médicos realizados en el coche y tras llegar al hospital indicaron que probablemente falleció a los pocos minutos del accidente”. Además, el galeno explicó que Paletti “tenía las pupilas dilatadas, lo que indicaba que no tenía remedio. Sentíamos un pulso muy leve y, por ello, aplicamos todos los procedimientos médicos hasta llegar al hospital”.

Arde el Osella de Riccardo Paletti y se desata la tragedia (Grosby)

Bouchard, además, asistió a una de las dos investigaciones del accidente hecha el lunes y declaró que los cirujanos del Hospital Royal Victoria encontraron el pecho y el estómago del piloto llenos de sangre debido a un desgarro en la aorta. “Incluso si lo hubieran operado en la pista, no se habría podido salvar”, sentenció Bouchard, quien informó que “las heridas iniciales, que incluían una aorta desgarrada, eran tan graves que incluso una intervención inmediata no habría cambiado el desenlace”. Paletti fue declarado muerto al llegar al hospital.

En tanto que Derek Ongaro, inspector de seguridad de la FISA y responsable oficial de la largada de la carrera, afirmó que “la reacción de los equipos de bomberos y rescate fue muy rápida”, llegando al lugar del accidente en tan solo 18 segundos. “No se puede criticar nada de lo ocurrido en relación con la operación de rescate”, sentenció.

Por su parte, el inspector de la FISA, Gabriel Cadrigher, quien también asistió a la investigación técnica de Ongaro, afirmó que un estudio de los restos mostró que el motor de Paletti giraba a 10.500 revoluciones, lo que indica una velocidad de más de 193 km/h, cuando impactó el Ferrari. La parte delantera del coche quedó completamente destrozada. “Estaba tan cerca de (Raúl) Boesel que no tuvo tiempo suficiente para reaccionar o su reacción fue demasiado lenta”, declaró el funcionario.

Así quedó la Ferrari de Didier Pironi luego del impacto de Riccardo Paletti (Grosby)

Boesel, a su vez, explicó que transcurrieron 24 minutos desde el accidente para sacar al piloto del coche y trasladarlo en helicóptero al hospital. Se emplearon entre seis y ocho minutos en estabilizar a Paletti con reanimación cardiopulmonar antes de subirlo al helicóptero.

Cabe recordar que en esa época los pilotos corrían mayores riesgos por las condiciones técnicas de los monoplazas, como la falta de avances en seguridad estructural. Esto jugó un papel crucial. El Osella de Paletti, por ejemplo, no contaba con la fibra de carbono que ya se utilizaba en otros equipos y que ofrecía mayor resistencia a los impactos. En su lugar, los pies de los pilotos aún iban por delante del eje delantero, exponiéndolos a mayores riesgos en caso de colisión.

Pocos días después Juan Manuel Fangio fue consultado sobre la muerte de Paletti. “No conozco el circuito de Canadá, pero me imagino que no es muy ancho (años más tarde se cambio el lugar de largada)”, dijo en una entrevista con ATC (hoy TV Pública).

“Los autos actuales tienen una gran aceleración y en diez metros deben estar en 100 km/h y es muy difícil poder evitarlo. Lamentablemente se paró el coche de Pironi, alguien lo tocó y lo puso atravesado y este chico pobre se lo tragó. Quizás no haya sentido nada porque en ese momento quizá se haya desmayado y en ese caso la muerte se lo lleva muy rápido y no se dio cuenta tampoco”, explicó el Quíntuple.

“Me parece que (Paletti) no tenía mucha experiencia. Pero este es un caso casi inevitable de un accidente en la largada. Creo que en la largada va a algún sistema de búsqueda en el que haya más distancia entre los coches. Existen en el mundo autódromos con más seguridad que estos callejeros”, afirmó el campeón mundial de 1951, 1954, 1955, 1956 y 1957.

“Cuando tuve un accidente en Monza en 1952, no tuve tiempo ni siquiera de asustarme. Y cuando desperté en el hospital después de más dos horas, hasta que empecé a recordar qué había pasado, es muy fácil morirse. No hay tiempo para darse cuenta ni para asustarse en estos tiempos por la velocidad actual de los autos”, reflexionó el Chueco. “Ya el que lo hace sabe que está arriesgando y que nadie lo manda a correr”, culminó el balcarceño.

Ricardo Paletti falleció a dos días de cumplir 24 años (Archivo CORSA)

El accidente de Paletti también tuvo un impacto significativo en otros pilotos de la época. Emilio de Villota, quien competía en la F1 con un equipo privado, decidió retirarse de la categoría tras el Gran Premio de Canadá. De Villota había quedado fuera de la grilla de partida en la última sesión clasificatoria, superado por Paletti, y reflexionó sobre cómo el destino podría haberlo colocado en la posición del piloto italiano.

Fue una temporada marcada por las tragedias: el 8 de mayo Gilles Villeneuve perdió la vida en un accidente en la clasificación en Zolder, Bélgica. “Si hubiera sido yo en lugar de Gilles, habría aparecido poco más que un párrafo en los periódicos”, reflexionó Paletti Entre su muerte y la del canadiense pasaron 36 días. El 7 de agosto en Hockenheim, Alemania, Didier Pironi tuvo un choque muy fuerte y se rompió las piernas. Nunca más corrió en F1 y cinco años más tarde se mató en una carrera de lanchas. Ambos eran los pilotos de Ferrari y arrancaron el campeonato como candidatos al título…

Era el chico tranquilo, querido por todos por su educación y modestia”, lo describió Enzo Osella, dueño del equipo donde corrió Riccardo Paletti, que en su memoria un circuito en Parma lleva su nombre y el box garaje número 16 de los boxes de Monza también. Su muerte fue la cuarta en cuatro años y expuso a una F1 de las más peligrosas de la historia. La falta de medidas adecuadas, tanto en los autos como en los circuitos, impulsaron cambios significativos en las normativas de seguridad en los años posteriores, aunque para el italiano y otros pilotos de su generación, estas mejoras llegaron demasiado tarde.