El ascenso de la figura de Lance Armstrong en el ciclismo profesional, su caída tras el escándalo de dopaje y su posterior reconstrucción personal y profesional conforman una de las historias más discutidas del deporte contemporáneo.
Durante una reciente entrevista con el podcast Habits & Hustle —conducido por Jennifer Cohen—, el deportista retirado repasó los momentos que definieron su vida: desde la lucha contra el cáncer testicular a los 25 años, la pérdida de más de USD 100 millones tras la revelación de su dopaje, hasta su rol actual como inversor y comunicador.
Inicios en el deporte y etapas complejas en su vida
La carrera de Armstrong inició en la natación durante su infancia en Dallas, Texas. Poco después se volcó al triatlón, disciplina en la que, con solo 15 años, competía contra adultos y obtenía resultados destacados.
Su transición definitiva al ciclismo se produjo tras su selección para el equipo estadounidense en el Campeonato Mundial Juvenil de Moscú en 1989. Con 27 años alcanzó la cima al ganar su primer Tour de Francia, logro que repetiría varias veces y que lo proyectó al estrellato internacional.
La gloria deportiva del ciclista fue opacada por dos desafíos trascendentales. El primero sobrevino con el diagnóstico de cáncer testicular, enfermedad que logró superar. El segundo llegaría con el escándalo de dopaje que, más de una década atrás, lo alejó del ciclismo profesional y lo situó en el centro de una tormenta mediática.
Armstrong diferenció entre “ser expuesto” y “ser atrapado” en el contexto del dopaje. “No me atraparon, fui expuesto. Fue más un proceso legal que un éxito del sistema antidopaje”, explicó, recalcando que nunca dio positivo en los controles, sino que la verdad emergió por vías legales y mediáticas.
El entorno del pelotón en aquellos años, según Armstrong, se caracterizaba por presión extrema y competencia feroz. A propósito de esto, relató: “Había 200 ciclistas en la carretera, todos intentando estar en el mismo lugar al mismo tiempo. No solo era cuestión de resistencia física, sino de estrategia, política y alianzas cambiantes”.
Asimismo, sostuvo que el uso de sustancias prohibidas era frecuente según su perspectiva, aunque la narrativa pública lo ubicó como el principal responsable.
Consecuencias económicas e imagen pública
Las consecuencias personales y económicas del escándalo fueron severas. Tras el derrumbe de su imagen pública, atravesó momentos complejos y confesó: “Perdí más de 100 millones de dólares entre devoluciones y contratos no cumplidos”. Aquel monto correspondía a pagos exigidos por aseguradoras y a ingresos que desaparecieron en un instante. “Fue una muerte por mil cortes”, remarcó sobre el colapso financiero.
Pese a semejante golpe, el ex corredor reconstruyó su vida en el ámbito de la inversión. Su camino hacia los negocios comenzó con apuestas personales en marcas de consumo como Waterloo y Athletic Brewing, y se consolidó con la creación de Next Ventures, un fondo de capital de riesgo centrado en salud y bienestar, junto a su socia Mel Strong.
Entre los éxitos más relevantes de Armstrong como inversor figura su participación temprana en Uber, a través de un fondo que, según su propio relato, “fue el más exitoso de la historia”. “Por la gracia de Dios, tuve acceso a eso y cambió todo. Salvó a mi familia”, expresó.
Cancelación pública y vida familiar
Más allá de los negocios, Armstrong reflexionó sobre la resiliencia y la percepción pública. “La única opinión que me importa es la de quienes estuvieron en la carrera”, sentenció, quitando peso a los juicios externos y a la imagen proyectada por los medios.
Admitió que la “cultura de la cancelación” lo afectó en profundidad, aunque considera que el tiempo y la apertura actual de la sociedad le permitieron regresar a la vida pública. Sobre su redención profundizó: “La resiliencia y la capacidad de reinventarse son claves para salir adelante”.
En el plano personal, se describió como alguien mucho más relajado y juguetón de lo que la opinión pública supone. Compartió anécdotas familiares, como la participación espontánea de su hija durante la entrevista. “Mis hijos dirían que soy un payaso”, comentó entre risas, valorando que su entorno nunca lo abandonó.
Rutina diaria con equilibrio emocional
El ex ciclista habló sobre sus hábitos diarios, la importancia del ejercicio físico y la soledad como espacios de equilibrio mental. Con respecto a esto, confesó: “El ejercicio es mi iglesia; necesito moverme para estar bien mentalmente”.
A su vez disfruta de largos trayectos en bicicleta en soledad y de las primeras horas del día destinadas a la lectura y la reflexión. Su rutina incluye trabajo diario en la oficina de Next Ventures y una vida familiar estable, en la que su esposa y sus hijos ocupan un lugar central.
Proyecciones a futuro y una imagen imborrable
Al hablar del futuro, Lance Armstrong expresó gratitud por la oportunidad de reemergencia que la sociedad le brindó. Cree que la percepción pública evolucionó y que la redención es un proceso colectivo, no solo individual. “Puedo desearlo todo lo que quiera, pero si la sociedad no te deja volver, no hay nada que hacer”, sentenció.
Para quienes se preguntan cuál es la sensación de caer en el Tour de Francia, ofreció una imagen contundente: el impacto se equipara a saltar de un coche en movimiento a gran velocidad. Así, el ex campeón cerró la conversación, convencido de que tras cada golpe, la clave está en levantarse y seguir adelante.