Cuando se declaró la pandemia de coronavirus en 2020, el investigador Gabriel Mindlin jamás pensó que durante ese proceso vería la luz un proyecto que hoy recorre el mundo: revivir un viejo canto de los chingolos, un ave que se puede encontrar en casi toda Sudamérica, incluida la Argentina. El trabajo fue en coordinación con los becarios Roberto Bistel y Ana Amador, como parte de una iniciativa que se gestó y concretó en el parque Pereyra Iraola.

Los investigadores recrearon con Inteligencia Artificial (IA) notas de cantos de chingolos que no se reproducían desde hace unos 60 años. Y, de paso, aprovecharon para enseñarle a ejemplares jóvenes ese canto que ya se está divulgando nuevamente. Ahora, la idea es extender el uso del dispositivo para registrar especies amenazadas para contribuir a su preservación.
Los chingolos juveniles aprenden el canto que los acompañará por el resto de sus vidas de parte de los ejemplares adultos. Mindlin, que estudia la física de la generación del canto de las aves y la interacción con sus sistemas nerviosos periféricos desde hace 25 años, dio un dato por demás de curioso: si bien los trinos suenan iguales, las primeras sílabas de los cantos de los ejemplares son diferentes e identitarios para quienes los aprenden.
Proyecto gestado en pandemia
Mindlin es docente del Departamento de Física de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y recordó que la iniciativa fue “hija de la pandemia”. “No pudimos ir al laboratorio por dos años, pero ni bien pudimos juntarnos tuvimos que resolver qué hacíamos con los trabajos experimentales de estudiantes de doctorados y de carreras de grado. Fue allí cuando se me ocurrió desarrollar un equipamiento electrónico. Intercambiamos con los alumnos las ideas por correo y fuimos al campo para que estuvieran activos”, relató a TN.
El parque Pereyra Iraola fue ese campo de experimentación donde Mindlin, quien además de docente es investigador superior del Conicet, reunió a becarios y alumnos para comenzar una investigación a partir del trabajo que el ornitólogo Fernando Nottebohm hizo artesanalmente en la década de 1960. El especialista tomó notas de estilo taquigráficas y fue dejando registros, “como si fuera una versión continua de una partitura”, detalló.

Esas melodías fueron usadas para compararlas con cantos actuales para determinar si seguían existiendo. Esto fue posible gracias a que los investigadores diseñaron y crearon procesadores programables que reproducen el canto “olvidado” y, a su vez, también pueden grabar el canto de los chingolos que se posen cerca del dispositivo que, por su tamaño, es fácil de camuflar para disponerlo cerca de los lugares donde suelen estar los ejemplares.
Segunda etapa “jugada”
Con esta herramienta, el desafío más grande vendría después: intentar replicar esos cantos olvidados en nuevas generaciones de chingolos.
“La segunda etapa era más jugada. Ya sabíamos cómo sintetizar los cantos, teníamos que tratar de hacer robots que canten los temas que no se estuvieron cantando y ver si podíamos ‘ponerlos de moda’ entre los ejemplares juveniles”, recordó Mindlin.

Cuando los investigadores volvieron a la zona y observaron ejemplares juveniles cantando, fueron a los registros para corroborar si habían aprendido las melodías olvidadas. Luego de hacer un repaso, notaron que estaban vociferando las notas de los cantos de la década del 60.
Al respecto, Mindlin contó que la reintroducción de ese tema extinto fue gracias al dispositivo que idearon y desarrollaron. Y extiende la posibilidad de que el mismo ayude para contribuir a preservar registros de especies que hoy figuran como amenazadas.
Nuevo desafío
Luego de la buena experiencia con los chingolos en el parque Pereyra Iraola, el dispositivo tendrá una nueva finalidad: monitorear a ejemplares de gallinetas chicas en la Patagonia, un ave que se encuentra en la categoría “Vulnerable” de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
La idea es que el dispositivo contribuya al Programa Patagonia de Aves Argentinas, un proyecto que busca evitar la extinción de especies en peligro y generar información sobre la fauna y los ecosistemas patagónicos, entre otras finalidades.

Mindlin explicó: “La gallineta es una especie muy difícil de visualizar. Vive en los esteros, en el medio de la Patagonia. La idea es hacer arreglos en estos dispositivos para que transmitan la información de forma inalámbrica a un servidor y poder monitorear acústicamente esta especie amenazada, tratando de localizar a cada individuo”.
Para este caso particular, el investigador detalló que la idea es que los transmisores estén conectados a un nodo de internet satelital. Y anticipó que la idea es probar el equipo con la gallineta chica y “eventualmente, trabajar con otras y escalar el proyecto”.
“Queremos usar esta tecnología de grabación y monitoreo para grabar especies amenazadas. Una vez que está la grabación, podemos identificar al individuo por el canto gracias a la IA y podemos hacer un seguimiento”, concluyó.
Fuente: TN