El frizz es una de las mayores molestias capilares, sobre todo en épocas de humedad o cuando el pelo está dañado. Pero la buena noticia es que no hace falta recurrir a cremas pesadas ni pasar por un alisado para mantenerlo bajo control.

Lo primero a tener en cuenta es cómo cuidás a tu pelo al salir de la ducha. Por ejemplo, uno de los primeros errores más comunes es frotar el cabello con la toalla. Este gesto abre la cutícula del pelo y genera electricidad estática, lo que favorece el frizz.
Lo ideal es secarlo con suavidad al presionar con una toalla de microfibra o una remera de algodón.

Otro punto clave es cómo lo desenredás: usar un peine de dientes anchos mientras el pelo está mojado y aplicarlo desde las puntas hacia la raíz evita el quiebre y la fricción. Además, conviene no cepillar el cabello en seco si es propenso al frizz, ya que eso lo esponja aún más.
Por último, elegir un shampoo sin sulfatos y evitar el agua muy caliente puede marcar la diferencia. Estos pequeños cambios en tu rutina diaria pueden ayudarte a tener un pelo más suave, manejable y libre de frizz, sin necesidad de tratamientos agresivos.
Fuente: TN