El hallazgo de los restos de Diego Fernández Lima, el adolescente desaparecido en julio de 1984 y presuntamente asesinado en Coghlan, generó un profundo revuelo, por las características del misterioso caso que mantuvo en vilo a una familia por más de cuatro décadas y su relación casual con el cantante Gustavo Cerati. “Quiero la pena máxima. Ya sé que 41 años después, es durísimo”, dijo hermano mayor de la víctima, Javier Fernández Lima, en diálogo con Infobae en Vivo, durante el programa de la mañana.
En medio de los avances de la causa judicial, luego de que el fiscal Martín López Perrando, con la colaboración del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), lograra identificar los restos de Diego, la fiscalía tomó testimoniales a otros seis testigos clave. El principal sospechoso, Cristian Graf, compañero de secundario de la víctima, se presentó de forma espontánea esta semana para declarar, luego de que huesos humanos fueran encontrados en el patio de la casa de su familia. Aquella circunstancia fortaleció la hipótesis de que tendría algún tipo de vinculación con el crimen.
Aunque el delito de homicidio está prescripto, la Justicia citó a indagatoria a Graf con la imputación de maniobras de encubrimiento y “supresión de evidencia”, poniendo en foco el pedido de verdad y justicia.
“La noticia es muy dura, muy triste. El obrero que lo encuentra, Gustavo Cerati… Es una cadena de sucesos impresionante”, reconstruyó Fernández durante el programa, con la conducción de Gonzalo Sánchez, Carolina Amoroso, Ramón Indart y Cecilia Boufflet.
La investigación ahora apunta en las maniobras del entorno familiar de la casa donde fue encontrado Diego, en un terreno de avenida Congreso al 3700. Allí, un grupo de obreros descubrió casualmente 151 fragmentos de huesos humanos enterrados en el patio de una vivienda. Frente a los albañiles, Graf mostró preocupación antes de que se encontraran los restos y pidió a los obreros que no cortaran un árbol cercano a la medianera. Y dio versiones contradictorias sobre cómo pudieron haber llegado los restos allí.
“Si el obrero le hacía caso a esta persona, que le dio tres excusas diferentes, el obrero hubiese tapado y seguía con su obra. Un genio. Tengo que ir a la obra para agradecer”, relató Fernández.
El periplo para la familia Fernández Lima comenzó cuando aparecieron los huesos, y el tema alcanzó repercusión mediática porque la vivienda fue vinculada a Gustavo Cerati -en realidad, era la propiedad lindera-. Tras semanas de investigación y análisis del cadáver, se confirmó que la víctima sería un adolescente de entre 15 y 19 años. Un reloj Casio CA-90 permitió, entre otros objetos, situar el momento del entierro en la década de 1980.
A partir de las repercusiones, un sobrino de Diego Fernández Lima se presentó ante el fiscal para decirle que creía que el cuerpo enterrado era de su tío, desaparecido en 1984. Un análisis de ADN con su mamá confirmó esa sospecha.
“Primero decían que era en la casa de Gustavo Cerati, pero en realidad era al lado. Gustavo no tiene nada que ver con esto. Pero bueno, gracias a Gustavo fue que el caso se hizo famoso y público. Y ahí yo la verdad que escuché la noticia, pero no la asocié. Mi cuñado empezó a leer más información, con el EAAF, y ahí llamó a mi sobrino. Había tres o cuatro coincidían que podía ser Diego”, contó el hermano de la víctima.
“Para nosotros murió hace 15 días”
A 15 cuadras de donde Diego fue visto por última vez, la familia vive ahora una intimidad entre la tristeza y el alivio. “Está mi madre ahora, estoy con ella, no estamos viendo tele. Yo tenía 10 años cuando desapareció Diego. Fue muy duro, fueron 41 años de angustia y espera. Para nosotros Diego murió hace 15 días, nosotros teníamos la esperanza de verlo. Mi mamá hasta hace 10 días se asomaba a la ventana para ver si Diego viene, o el teléfono de línea que nunca quiso dar de baja por si llama”, dijo, conmovido, Fernández Lima.
El reconocimiento de los restos y el cierre simbólico del ciclo de búsqueda también trajo algo de sosiego a la familia. “Dentro de esta tristeza y dolor, sé dónde está mi hermano. Vamos a poder despedir a mi hermano y los restos cuando lo entreguen. Ayer me comunicó que Cristian Graf, gracias a todo esto, todos los compañeros de Diego se pusieron en contacto con la fiscalía. Nos dimos cuenta que eran compañeros del colegio, nunca tuvimos en radar a esta familia y a este nombre, con el fiscal estábamos viendo que Diego estaba en esta propiedad, hay chicos viviendo en el exterior, a mi hermano lo tengo con la imagen de 16 años, fue la noche anterior, yo estaba en el colegio”, recordó Fernández Lima.
“Nunca dejó de pensarse en Diego”, indicó Javier, dando cuenta que el drama no se atenuó con el paso del tiempo. “Cuarenta y un años hablando de Diego, no hubo un día que no dejara de pensar en Diego. Mi mamá tiene 87 años. Tiene muchos altibajos, traté de explicarle lo de la Justicia, ahora se quedó con la fotito llorando un poco, no quiere llorar cuando estoy yo. Le dije ‘llora porque tenés que descargar’”.
“Nosotros empezamos el duelo desde que nos enteramos —agregó Fernández Lima—. Yo quería que esté vivo, fueron muchos años, pensé que tenía que ver con los años del Proceso (de Reorganización Nacional, de 1976), pensé que tenía un amigo ‘equivocado’, pensé que tenía que ver con la dictadura, que no era él sino un compañero equivocado en este tema político.”
Sobre la actuación de quienes intentaron tapar la verdad, Fernández Lima evitó referirse a Cristian Graf, pero sostuvo: “No quiero culpar a nadie, está la justicia averiguando eso, lo que sé es que mi hermano desapareció hace 41 años, y mi hermano apareció muerto de una familia que lo conocía. Lamentablemente, esa es la verdad”.
Fernández Lima contrastó las dificultades que hubo hace décadas para llevar a cabo la búsqueda de su hermano: “Hace 41 años no había medios, mi papá falleció buscándolo. En esa época se recorrió todo el país. En la primera comisaría le dijeron que se quede tranquilo, ‘se fue con un amigo o una mina’. Todos los desaparecidos que aparecían los recortaba; tenía una libreta y anotaba datos que aparecían en la calle. Gracias a Dios ahora hay muchos medios”, subrayó.
La herida de una ausencia prolongada
El relato de Javier Fernández Lima en Infobae en Vivo está teñido de una herida histórica familiar: “A mi papá lo atropelló una camioneta, a 5 cuadras, él se murió con la idea de que era una secta. ¿Por qué tantos años, por qué hicieron eso? Creo que no se justifica nada. No me entra en la cabeza”.
La decepción y la búsqueda de justicia se profundizan hoy con el nuevo impulso judicial. “Quiero la pena máxima, ya sé que 41 años después es durísimo”, expresó, pero destacó que “la fiscalía está haciendo un trabajo impresionante”. “El primer día que los conocí les dije que tenía 100% de confianza en ellos, y es terrible”.
“Es mi hermano, es un dolor de 41 años. Tal vez pariente de un desaparecido me puede llegar a entender. Por lo menos vamos a tener a Diego en algún momento. Mi herida no se va a cerrar nunca, se van poniendo curitas de a poquito. A la familia nos gustaría un poco más”, concluyó.
En la entrevista realizada en Infobae en Vivo, Fernández Lima remarcó la necesidad de avanzar en políticas y justicias reparatorias para casos como el de su hermano, con el avance de una legislación como la “Ley Diego”. “La ‘Ley Diego’ es frente a este tipo de casos que, si algún familiar desaparecido encuentra restos, y hay alguien que pueda ser culpable, que no prescriba el delito”, reclamó.
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La entrevista completa a Javier Fernández Lima la podés encontrar en el siguiente enlace.