Yamila no puede decir con precisión su edad. “Creo que tengo 34. Ya empiezo a no acordarme bien. Me pone nerviosa hablar de este hombre”, confiesa en diálogo con Infobae. “Este hombre”, como ella lo denomina, es Sergio Gustavo Razzari condenado a 10 años de prisión por los abusos a los que la sometió desde que era una nena de 11.
“Soy yo quien denunció a Razzani”, había escrito en un mail a forma de presentación luego de enterarse por este medio que el abusador había escapado, por segunda vez, de la Policía en Viedma, en la provincia de Río Negro. La noticia la impulsó a hablar. “Yo no tengo razones para esconderme”, dijo con firmeza.
“Yo lo consideraba mi papá. Lo había endiosado un montón. Era carismático, simpático. A todo el mundo le caía bien. Él y mi mamá se juntaron cuando yo estaba en primer grado. Se vino a vivir con nosotras. Un año después, nació mi hermano”, resume.
Y continuó: “Toda la historia más macabra empezó cuando yo tenía alrededor de 11 años. Venía casi todas las noches a mi cama y me tocaba. Simplemente, iba y hacía eso».
“Mi mamá no sabía que esto estaba pasando. En esa época, ella tenía problemas para dormir y tomaba pastillas para poder hacerlo”, indicó. “Ellos se separaron, pero por cuestiones de pareja. En ese momento, él volvió a Río Negro, él es de allá. Entonces, mi hermano y yo nos viajábamos y compartíamos la misma habitación los tres. Cuando mi hermano dormía, él me hacía pasar a su cama. Yo tendría 15 años”.
En ese punto, Yamila no era consciente el daño que Razzari le estaba provocando. “Yo creía que esto era algo que hacen todos los papás con sus hijas, pero de lo cual no se hablaba. De hecho, me di cuenta de la situación cuando lo conté la primera vez”.
Sin embargo, los cambios en su comportamiento eran evidentes. “Todo séptimo grado usé la campera, que me quedaba enorme, hiciera frío o calor, para taparme. Además, no me quería bañar y tenía la autoestima por el piso. Mi mamá insistía que vaya al psicólogo, pero yo no quería. Cuando por fin lo logró -con intervención de la escuela por continuas faltas y llegadas tarde- Razzari, de alguna manera u otra, se las arreglaba para interrumpir las sesiones.
“A mi psicóloga había algo que no le cerraba, pero, como ella se mudaba, me recomendó con otro profesional que comenzó a hacerme test sobre la familia. Eso me empezó a remover un poquito todo”, recuerda.
“Mientras él estuvo en Buenos Aires, nunca había tenido novio porque él no quería”, remarcó. Ya a los 17 años, con todo el trabajo en terapia, pudo empezar a hablarle sobre los abusos, justamente, a un novio.
“Se lo conté por arriba mientras lavábamos los platos. Yo sentía que le estaba contando algo que no se hacía, pero que no era tan malo, como meterse los dedos en la nariz, que no es algo que se hace, pero que tampoco es para tanto, agregó”.
En ese momento, Yamila escuchó de la boca del joven una frase que la movilizó: “´¿Él no está saliendo ahora con una mujer que tiene una hija?“, me dijo. Y ahí me cayó la ficha. Me largué a llorar. Me sentí mal”.
“Mi mamá vino corriendo. Ella siempre me decía que me tenía que cuidar de todo eso, pero me hablaba del de afuera, no se imaginaba que iba a pasar adentro de casa. Entonces, me preguntó qué quería hacer y yo le respondí que no quería que le pasara a ninguna otra nena. Se puso en campaña para comenzar el proceso judicial. Ella hoy no está, murió por COVID”, señaló.
Ese proceso judicial fue para Yamila “super doloroso y lento”. “Mi abogado dijo que este tipo de casos eran muy difíciles y que él no lo iba a tomar a menos que estuviera seguro que fuera real. Así que me hizo ir con sus peritos. Me hizo ir con la psicóloga y con la psiquiatra para ver si yo estaba diciendo la verdad. Obviamente salió que sí. La denuncia se realizó en 2009. ”Él estuvo libre todo este tiempo“, remarcó.
Cuando llegó la condena, Yamila consideró que era poco: “No busqué venganza, sino que no se lo haga a ninguna otra nena. Sentí que en 10 años puede salir y seguir haciéndolo”.
“Volver a ver la foto porque se había vuelto a escapar me pegó. Verlo me provoca miedo. Todavía tengo cicatrices emocionales, sigue doliendo”.
Este domingo, Razzari aprovechó un descuido insólito: habían dejado abierta la puerta del calabozo de la DUOF de la PFA donde había sido alojado tras ser capturado, 10 días atrás, tras permanecer dos años prófugo.
Los policías lo buscaron por horas hasta que lo encontraron, con otra ropa, cuando se dirigía hacia la Ruta 3, muy cerca del puente que podría llevarlo a Buenos Aires.
Fuentes del caso indicaron que el abusador condenado ya fue trasladado al penal de Viedma y que los responsables tendrán sanciones administrativas severas.
Dos juicios y un fallo firme sin detenido
En agosto de 2018, Razzari fue condenado a 10 años de prisión por abuso sexual gravemente ultrajante agravado por haber sido cometido contra una menor de 18 años aprovechando la situación de convivencia preexistente, reiterado en al menos dos oportunidades. Los hechos, según la denuncia, ocurrieron entre los años 2002 y 2005.
La defensa de Razzari apeló el fallo del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional Nº 30, integrado por los jueces Luis María Rizzi, Marcela Rodríguez y Guillermo Enrique Friele. En mayo de 2023, la Sala 1 de la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal, compuesta por Patricia Llerena, Eugenio Sarrabayrouse y Gustavo Bruzzone, confirmó el fallo.
“Fueron muchos años de litigio: los hechos ocurrieron entre los años 2002 y 2005 y se denunciaron en el año 2009. A partir de allí fue un largo proceso penal, que pasó incluso por un juicio oral ante el TOC 15 que se cayó porque se enfermó uno de los jueces y no pudo continuar, entonces hubo que hacer todo de nuevo, recién en el año 2018, cuando finalmente se logró la condena. En ese primer juicio Yamila ya había declarado y fue muy duro tener que hacerla pasar nuevamente por esa situación años después», señaló su abogado Diego Sznurewic, quien había solicitado una pena de 12 años.
“Durante el proceso Razzari contó con todas las garantías constitucionales, pasó todo el tiempo en libertad, incluso luego de la condena del Tribunal Oral mientras intentaron revertirla con un Recurso de Casación primero y luego con un Extraordinario. Cuando todo fue rechazado y la condena quedó firme, lo fueron a buscar y, obviamente, ya no estaba”.
“La reciente fuga es muy llamativa, rara y hasta sospechosa, porque habría salido caminando de la dependencia policial como si nada y luego incluso pudo cambiar su vestimenta… Pero bueno, por suerte lograron recapturarlo a las pocas horas y ahora imagino que estará más custodiado para garantizar el cumplimiento de la condena», cerró el abogado.