Por qué la pubertad está comenzando antes y qué deben saber los padres

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El inicio temprano de la pubertad en niñas y niños exige nuevas estrategias de acompañamiento familiar y social (Freepik)

Durante las últimas décadas, la infancia se transformó de manera silenciosa pero profunda. Un número cada vez mayor de niñas y niños experimentan síntomas de pubertad antes de los 10 años, modificando patrones históricos que definían las etapas del desarrollo humano. Esta tendencia es ahora interpretada como el “nuevo normal” por profesionales de la salud.

Especialistas como la psicóloga y autora Dra. Sheryl Ziegler advirtieron sobre el impacto de esta realidad en la vida cotidiana de miles de familias. A través de una entrevista en el pódcast Good Inside, junto a la también psicóloga Dra. Becky Kennedy, Ziegler subrayó el aumento de casos de pubertad temprana y los retos que implica para los padres, incluyendo la necesidad de adaptar el acompañamiento de sus hijos.

En un capítulo del podcast

Un cambio acelerado: la pubertad empieza antes

Históricamente, la pubertad tenía lugar con la preadolescencia avanzada, pero estudios recientes muestran que su aparición se adelantó aproximadamente cinco años en el último siglo. Desde la década de 1980, la tendencia aceleró su ritmo, con un adelanto de tres meses adicionales en cada década.

Actualmente, niñas de 8 años ya presentan brotes mamarios o vello púbico, y en los niños los cambios pueden iniciar a los 9. Este fenómeno se intensificó tras la pandemia de COVID-19, período en el que cambios en la rutina y el bienestar mental influyeron en la aceleración de la maduración biológica.

“Endocrinólogos reportaban la llegada de niños muy jóvenes con signos claros de pubertad. Esto dejó de ser solo un tema de interés académico para convertirse en una preocupación de salud pública”, detalló la especialista Ziegler.

La pandemia del COVID-19 aceleró la aparición de la pubertad temprana, convirtiéndola en un problema de salud pública (Freepik)

Niñas y niños con un desarrollo desigual

Aunque el inicio temprano de la pubertad afecta a ambos sexos, la experiencia y las consecuencias difieren de forma marcada. En las niñas, los cambios físicos suelen ser evidentes y difíciles de ocultar, motivo de ansiedad tanto para ellas como para sus familias. Ziegler precisó: “Si tienes una hija de 8 años con brotes mamarios o vello púbico, eso es considerado ‘normal temprano’ hoy en día”.

Mientras que en los niños, los primeros signos, como el crecimiento del escroto y el pene, suelen pasar inadvertidos porque muchos padres ya no supervisan su higiene personal a esa edad. Los signos externos, como la voz grave o el olor corporal, suelen aparecer después. “Un niño puede haber estado en pubertad durante dos o tres años antes de que los padres lo noten”, explicó la entrevistada.

Además, la sociedad suele reaccionar de manera más permisiva e incluso elogiosa ante el desarrollo temprano de los niños —por ser más altos, más fuertes o primeros en desarrollar músculo—, mientras que, para las niñas, los riesgos aumentan significativamente.

Según la psicóloga, “la lista de posibles consecuencias negativas para las niñas es alarmante: mayor riesgo de depresión, ansiedad, sexualización temprana, inicio precoz de la actividad sexual, conductas de riesgo, consumo de sustancias e incluso ciertos tipos de cáncer”.

Las niñas enfrentan mayores riesgos emocionales y sociales por la pubertad temprana, incluyendo depresión y sexualización precoz, según la especialista (Good Inside)

El silencio como un riesgo extra

Uno de los mayores peligros asociados a la pubertad precoz es la falta de información o la dificultad para abordar el tema en casa. A propósito de ello, Ziegler afirmó: “Hablar abiertamente con los hijos sobre la pubertad reduce la ansiedad y los riesgos asociados”.

En una misma sintonía, trazó una comparativa con la experiencia de quienes no comprenden su propio cuerpo con la de vivir un embarazo sin ninguna explicación previa. “El desconcierto y la ansiedad serían mucho mayores”, indicó en el capítulo de Good Inside.

La ausencia de diálogo puede generar miedo y confusión, dado que la anticipación de lo desconocido angustia más que los propios cambios físicos. Cuando las familias no abordan el tema, los menores recurren a Internet o a sus pares, aumentando el riesgo de acceder a información errónea.

Por el contrario, la comunicación abierta favorece la autoestima y da seguridad. “Cuando los niños saben lo que está pasando, caminan con la cabeza en alto. Se sienten orgullosos de entender su propio cuerpo”, destacó.

En los niños, los primeros signos de pubertad suelen pasar desapercibidos, dificultando la detección temprana por parte de los padres (Freepik)

Estrategias para acompañar desde el hogar

Ante la incomodidad de los padres y madres en estos contextos, la escritora médica recomendó buscar momentos y formatos naturales para la charla: una caminata, un trayecto en coche o conversaciones espontáneas pueden ser mejores que una charla formal y solemne. También sugirió reconocer la propia incomodidad frente a los hijos y enfatizar que siempre pueden hablar en familia.

Otro consejo esencial que brindó la experta es evitar cualquier comentario sobre el cuerpo de los menores, tanto en casa como en el entorno social.

De este modo, responder con asertividad ante observaciones ajenas ayuda a proteger la salud emocional de los niños y niñas. “Preferiría que no comentaras sobre el cuerpo de mi hija. Ella sigue siendo una niña y el mundo ya le recuerda constantemente los cambios que está viviendo”, ejemplificó.

El diálogo abierto sobre la pubertad reduce la ansiedad infantil y fomenta la autoestima y confianza en los menores (Good Inside)

Un llamado a la acción social

La solución no recae solo en las familias. La doctora afirmó que se requiere un cambio de concepto: “Esto no es solo un asunto de padres. Es un problema social y cultural que necesita un enfoque colectivo”.

Destacar la importancia de la educación, el acompañamiento empático y quitar estigmas en torno al tema, resulta fundamental para permitir que niños y niñas atraviesen esta etapa con contención y bienestar emocional.