La obesidad es una acumulación excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. Una persona adulta con un Índice de Masa Corporal igual o superior a 30 es considerada obesa. A este indicador se llega dividiendo el peso de una persona en kilogramos por el cuadrado de la talla en metros.
Un viejo refrán dice que “más vale prevenir que curar o lamentar” y de este modo advierte que siempre es preferible tomar precauciones a la hora de querer bajar de peso y que se produzca una situación que podría convertirse en un problema. Desde ese punto de vista es que la Sociedad Argentina de Endocrinología y Metabolismo (SAEM) hace un llamado de atención sobre estas copias que no fueron autorizadas por la ANMAT para su comercialización.

Los fármacos que prohibió la ANMAT son medicamentos que nunca fueron aprobados y son copia de los originales, señaló la endocrinóloga Silvina Santoro (M.N.118.563), a la vez que indicó: “Como estas copias son más económicas y no necesitan receta, el paciente las compra y pone en riesgo su salud, al no saber qué es lo que realmente contienen”.
Eso no significa que los fármacos aprobados y legales no sirvan. “Los medicamentos contra la obesidad son excelentes, pero no mágicos. Deben ser indicados correctamente, y abordados en un plan general de hábitos. Los casos en los que vemos mejores resultados son cuando el fármaco viene acompañado de cambios del estilo de vida”, señaló la especialista de SAEM.
No hay medicamentos “mágicos”
Santoro explicó que el concepto de “magia” surge porque lo que más perciben los pacientes, es una enorme ayuda en la saciedad y en el comer vinculado a emociones como ansiedad o antojos. “Los nuevos fármacos, que en realidad no son tan nuevos ya que los usamos desde hace años para diabetes, son liraglutida y semaglutida. Se trata de medicamentos que se aplican en forma inyectable subcutánea y presentan grandes beneficios más allá del descenso de peso. Imitan a una hormona llamada GLP-1 que produce nuestro organismo tras la ingesta, y que genera mejoría en el control del apetito a nivel cerebral”, señaló.
Asimismo, añadió que: “Con una indicación correcta y en el contexto de un plan adecuado de alimentación, actividad física y gestión del estrés, esta medicación, también disminuye los riesgos de diabetes, mejora el perfil de presión y colesterol, y en pacientes con alto riesgo cardiovascular reduce la chance de infarto, ACV, y mortalidad cardiovascular. Estos fármacos marcaron un antes y un después en el abordaje de la obesidad, y representan una mejoría enorme en la calidad de vida y en la disminución de riesgos de salud”.
Teniendo en cuenta que la obesidad alcanza cifras alarmantes en la niñez y adolescencia, es importante aclarar que el consumo de estos fármacos está autorizado a partir de los 12 años de edad.
La endocrinóloga dijo luego que la obesidad no es una elección sino que es una cuestión de salud y que tiene determinantes que van mucho más allá de la fuerza de voluntad. “Vivimos en un mundo que predispone al aumento de peso por el estrés, el sedentarismo, los alimentos ultraprocesados. Además, existen determinantes genéticos de obesidad. Por eso, es esencial entender a la obesidad como algo integral, y dar herramientas que ayuden a generar un cambio en el estilo de vida. El uso de fármacos, cuando están correctamente indicados, es un excelente complemento”, concluyó.
Fuente: TN